En el Capítulo II, titulado Lógica Amarga, una serie de elementos son constantes en esta selección de 3 videos producidos entre 2020 y 2023: una ciudad desolada, esculturas para la cámara, animaciones, cierta microtonalidad textural y sonora, pero por sobre todo una paisaje anímico, difícil de describir pero que es de alguna manera familiar. Los videos se articulan a través de una serie de repeticiones que simultáneamente vacían de sentido las imágenes y gestos, y los llenan de nuevas implicaciones o posibles relaciones. Una oscilación entre pasado y presente, indolencia y urgencia, y entre lo mundano y lo siniestro.
Claudio Iglesias señala que una presencia fantasmática circula por los videos, como si el trauma de una cultura heredada, de una lógica impuesta, decantara en una utilización perversa del lenguaje cinematográfico. Segal trastorna las convenciones y la gramática del cine de una forma sutil pero constante. Las animaciones, en el linaje del dibujo, reponen y exponen la naturaleza fragmentaria del montaje: la fruta estrella sólo luce como una estrella cuando es rebanada, muchas veces nombramos las cosas por la forma que adquieren al ser destruidas, y en este sentido Segal prefiere partir de sus esquirlas, de sus fragmentos para unirlos, sin la pretensión de una cicatriz invisible, sino de una cicatriz que de tan visible se transforma en un dibujo.
En Desaparición incompleta (2021), Alan Martín Segal explora las formas arbitrarias de sistemas y protocolos en Buenos Aires, meditando sobre sus infraestructuras físicas y sociales. El video presenta un fluir de la conciencia de una subjetividad fragmentada, basada en una serie de textos propios y ajenos que evidencian un análisis microscópico de las normas y costumbres sociales en Buenos Aires. Segal combina tomas cotidianas de la ciudad con recreaciones repetitivas de gestos banales que van tornándose perversos, revelando capa a capa, la presencia inquietante de fantasías e ideologías coloniales incrustadas en la rutina urbana.
Sin anterioridad (2022) destaca tanto los contrastes como las similitudes entre prácticas distantes, geográfica y temporalmente. La sensualidad de las animaciones, superpuestas con imágenes oníricas de telas, pieles y espacios desprovistos de figuras, son subrayadas por textos que nos empujan a pensar que aquello a lo que refiere sin anterioridad es la naturaleza de las operaciones mnemotécnicas, donde se acumulan tanto su iconografía como la materia expuesta. Finalmente, dando a entender que sin el pasado no hay arrepentimiento.
“Antes era así, ahora es así” es una de las frases recurrentes en Club Máscara (2023). La pregunta es ¿qué era de una manera, y ahora es de otra?. Pero en ese juego de palabras aparece un rasgo presente en todos los trabajos, formas menores y contundentes de magia; el truco. Club Máscara está poblada de muchos juegos visuales que se presentan como una instancia más del montaje/edición que en su insistencia por revelar la artificialidad de las imágenes (en su mayoría maquetas de cartón de deliberado precario realismo) no hace más que exponer un juego/dinámica, un poder que determina aquello que se comparte y aquello que se calla.