Texto por Kavior Moon Kelly Kleinschrodt ( 1983, Opelika, AL, USA) vive y trabaja en Santa Monica CA, ha presentado proyectos individuales en Chicago con Andrew Rafacz, en Los Angeles y Miami con Carter & Citizen, y en London y Los Angeles con Crisp London Los Angeles. El trabajo de Kleinschrodt’s ha sido exhibido y proyectado internacionalmente en lugares como la galeria Steve Turner, Los Angeles; Five Car Garage, Los Angeles; (OFF)ICIELLE, Paris; Josh Lilley, London; UNTITLED, Miami; Samson Projects, Boston; L.A.C.E., Los Angeles; The Wand, Berlin; Moving Image, New York; Kavi Gupta, Berlin; Museo Ex Teresa Arte Actual, Ciudad de México; y en OPEN Contemporary Art Center, Beijing. Su obra forma parte de colecciones en Estados Unidos y en Europa incluyendo la Franks-Suss Collection de Londres. Kleinschrodt curso un BFA at Lesley University y un MFA en UCLA, donde fue laureada con el premio Elaine Krown Klein Award.
"Todo se ve solo como una extensión superficial, hasta que los otros sentidos han enseñado al ojo a reconocer la profundidad, o la tercera dimensión, que otorga solidez, mediante la convergencia de contornos, la distribución de luz y sombra, el cambio de tamaño y las texturas de las superficies".
— Oliver Wendell Holmes, "El estereoscopio y el estereograma" (1859)
"La Tercera Dimensión"
Flora, fauna, cuerpos, carne, superficies cubiertas y terrenos obstinados abundan en la serie más reciente de Kelly Kleinschrodt, "Tercero Oculto" (2023). Estos dípticos yuxtaponen diversas facetas de su obra fotográfica desde 2017 hasta el presente: bodegones de estudio, abstracción, relaciones familiares, retratos y paisajes. Kleinschrodt ha hablado de su trabajo como una experiencia y evocación de "moverse entre". Mientras que en trabajos anteriores, como en su proyecto mother / cut (2013–2016), la artista transitaba fluidamente entre los medios de la fotografía, la escultura, el performance y el video, aquí se nos pide que nos movamos entre géneros pictóricos, entre el ficticio no lugar del estudio del artista y lugares diferentes, entre diferentes momentos en el tiempo a través de sus emparejamientos fotográficos.
Con sus esquinas superiores curvas y montados en cartón fotográfico, los dípticos recuerdan a los estereogramas del siglo XIX. La estereoscopía— en la que se utilizan dos imágenes tomadas desde dos perspectivas ligeramente diferentes para crear una imagen tridimensional—como concepto, fue inventada en la década de 1830 en Inglaterra. Sin embargo, no fue hasta las décadas posteriores que se utilizaron imágenes específicamente fotográficas para crear un "estereograma", un neologismo acuñado por el médico, poeta y entusiasta del estereoscopio estadounidense Oliver Wendell Holmes. En su ensayo de 1859 “The Stereoscope and the Stereograph,” Holmes habla de la sorprendente maravilla de ver un estereograma y el realismo convincente que parece ofrecer: "El efecto de mirar una buena fotografía a través del estereoscopio es una sorpresa, como ninguna pintura jamás produjo. La mente siente y se adentra en las profundidades mismas de la imagen" (énfasis mío). Dar sentido a la imagen estereoscópica depende no solo de los ojos de una persona, sino también de su cuerpo y mente.Percibir de la profundidad en un estereograma es posible gracias a las diferencias entre las dos fotografías que lo componen. La percepción de la profundidad, o la tercera dimensión, es posible gracias a una combinación de diferencias.
Mientras que un estereograma convencional utiliza dos imágenes del mismo objeto para producir una vista única e ininterrumpida, los dípticos en "Tercero Oculto" producen visiones que son encarnadas y divididas. Uno percibe y diferencia las imágenes emparejadas visualmente, así como a través de experiencias imaginadas de tacto, olfato y sonido. Uno puede imaginar la suavidad y el sutil aroma del cabello de la hija de la artista en una foto, en comparación con los mechones gruesos de cabello de caballo enredados con flores quebradizas y desecadas que se muestran junto a ella. En otro emparejamiento, se ven los restos viscosos dejados en una ventana por una paloma que voló directamente contra ella, una foto tomada desde adentro mirando hacia afuera y la otra desde afuera mirando hacia adentro. Uno puede imaginar el inquietante golpe del impacto que causó las manchas salpicadas, así como la muerte de la paloma. En estas obras, las correspondencias formales se emparejan de maneras anómalas que abren una tercera dimensión conceptual. Esta tercera dimensión produce un espacio psíquico expansivo— en lugar de físico— que no está limitado por las fuerzas de la gravedad, la racionalidad y el tiempo lineal.